Sinaloa: los padrinazgos políticos

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Álvaro Aragón Ayala.

La narrativa parcial o facciosa sobre el empoderamiento de figuras políticas en la esfera del Poder, vinculados al partido Movimiento de Regeneración Nacional y sus padrinazgos más visibles en la carrera por la búsqueda de la candidatura al gobierno de Sinaloa, impide profundizar en el análisis que permita valorar, cuantificar, capacidades políticas, administrativas y jurídicas, y el trabajo desarrollado por los aspirantes, hombres y mujeres, en favor de la sociedad y en pro de la reforma de Estado promovida en el actual sexenio.

Guste o no, la fase de identificación de los precandidatos -vistos de aquí al 2027, año en que habrá elecciones para renovar el Poder Ejecutivo- es usada mínimamente para valorar las entrañas de las Redes de Poder, para ubicar los cónclaves que pretenden gobernar Sinaloa una vez que Rubén Rocha Moya concluya su mandato. No son pocos, quienes, movidos por intereses personales o de grupo, tratan de moleculizar la influencia que pude tener el actual mandatario estatal en la designación del candidato de Morena.

Si se trata de analizar no hay que pasar desapercibido que el empoderamiento de las élites políticas sinaloenses, fuera y adentro de Morena, fundamenta su aprendizaje, interpretación y reinterpretación sobre el quehacer político a partir de los referentes históricos, culturales, sociales, económicos y políticos de su entorno, así como sus expectativas de movilidad, de circulación, de comportamiento político y de dos factores claves: de inversión o presupuesto y control de medios de comunicación para la proyección de imágenes.

Es correcto establecer, asimismo, que la mayoría de los vínculos para permanecer o acceder al Poder gravitan en relaciones de clientelismo, “cuatismo” o “amiguismo”, padrinazgo, compadrazgo y nepotismo. En este último tipo de relaciones predominan intereses particulares, que en la mayoría de casos, facilitan y refuerzan el poder de ciertos grupos para controlar el espacio público. Se trata de las cofradías o las “mafias de poder” que operan en todos los sistemas políticos del mundo.

Al Senador Enrique Inzunza Cázares se le intenta descalificar para que no aterrice su proyecto, desvalorándolo sin argumentos convincentes bajo el simplismo de que es el alfil del gobernador Rubén Rocha, lo cual no es ni pecado ni delito. “El padrino de Inzunza es Rocha”, es todo lo que logran expresar quienes sueñan con sacar de la jugada por la gubernatura al Senador de la República. Sin embargo, no valoran el peso del grupo que lidera y su importante participación en los trabajos legislativos para consolidar la Reforma de Estado proyectada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

Que la Senadora Imelda Castro Castro busca la candidatura de Morena apadrinada por René Juvenal Bejarano Martínez –“El Señor de las Ligas”, personaje asociado a la corrupción, es a la vez, una verdad insoslayable. Aunque el “Plan Bejarano” se antoja una “masturbación política galáctica”, hay quienes le ven a Imelda cualidades de “gobernadora en ciernes”, sin analizar que su trayectoria política descansa en el oportunismo y de que no es pieza clave, por falta de sapiencia jurídica, en los quehaceres del Senado de la República, en donde se cocina la modificación a la Constitución y las leyes secundarias.

De Ricardo Madrid Pérez, diputado federal del PVEM, que también se apunta en la carrera por la candidatura, vía el partido Verde-Morena, el diagnóstico recaen en el padrinazgo y la influencia que mantiene en él el ex gobernador Quirino Ordaz Coppel, hoy Embajador de México en España, sobre quien existen sobradas pruebas de que manejó por cinco años el presupuesto público como si fuera de su propiedad, invirtiéndolo, incluso, en obras que beneficiaron a sus parientes mazatlecos y a Ricardo Salinas Pliego, enemigo de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo.

Quienes no quieren que Rubén Rocha influya en la designación del candidato de Morena o bien que deje sucesor en el gobierno estatal, lo criminalizan y hasta pregonan que en su administración ya hay “desalineados”, cuando en realidad ejerce el Poder casi de manera absoluta: tiene a su mando el presupuesto y la administración pública, el control del Poder Legislativo y el dominio del Poder Judicial, y el apoyo de los diputados federales, lo que ha impedido el avance de la oposición -PRI y PAN-, evitando, también, el fortalecimiento de los “partidos átomos”.

Sin llegar entonces al derrame cerebral por el esfuerzo mental, la conclusión es que el padrinazgo de Rubén Rocha es el de mayor peso político en Sinaloa. Es quien tiene el poder y lo ejerce a plenitud sin contrapesos de cuidado ni atrás, ni enfrente ni a los lados. Si se trata de interpretaciones lógicas hasta ahora el gobernador tiene el camino despejado para tomar decisiones que trasciendan más allá de su sexenio…