Agustín Castilla
Sin duda el acceso a Internet y a las redes sociales tiene muchas ventajas y se ha vuelto prácticamente una necesidad al facilitar la comunicación e interacción entre personas sin importar donde se encuentren, también permite acceder a una enorme cantidad de información en muy poco tiempo, a nuevas formas de trabajo sobre todo a partir de la pandemia, de aprendizaje, así como de organización y participación política y social, por lo que incluso ya se le considera como un derecho humano.
La última encuesta del INEGI estima que actualmente 83.1% de la población a partir de los 6 años es usuaria de Internet, y los grupos de edad que más lo utilizan son quienes tienen entre 18 y 24 años, seguido de los 12 a 17 años con 95%. La gran mayoría de las personas se conectan desde el hogar sobre todo a través de un celular o de una computadora -aunque ha crecido la conexión mediante televisores inteligentes y consolas de videojuegos-, y poco más del 16% lo hace en la escuela. Otro dato importante es que alrededor del 70% de niñas, niños y adolescentes usan redes sociales, y quienes tienen de 6 a 11 años se conectan un promedio de 2.6 horas por día.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta los riesgos que pueden implicar las redes sociales, particularmente para personas menores de edad sin contar con información y supervisión adecuadas, su uso excesivo puede generar dependencia y causar adicción alejándoles de la vida social, disminuyendo su rendimiento escolar, la actividad física y provocarles problemas de sueño, así como cuadros de ansiedad y depresión. También se exponen a información falsa o engañosa, contenido violento, pérdida de privacidad, ciberacoso -alrededor de 18 millones de personas mayores de 12 años sufrió coberacoso durante 2023-, robo de datos sensibles, suplantación de identidad, participación en retos virales, sexting (intercambio de imágenes de contenido sexual), grooming (un adulto se gana la confianza de un niño o niña con fines sexuales), o reclutamiento por parte de pederastas o crimen organizado.
Ante este panorama se ha intensificado la discusión sobre la necesidad de regular el uso de plataformas digitales y redes sociales, por lo que se han presentado diversas iniciativas de ley en ese sentido, mientras que UNICEF y la Organización Mundial de la Salud han emitido recomendaciones para limitar su uso, establecer controles parentales y filtros de búsqueda en los dispositivos, además del acompañamiento de padres y madres.
Aunque en lo personal no estoy a favor del prohibicionismo y mucho menos del populismo punitivo, me parece que en casos como este es necesario poner algunos límites razonables que no atenten contra derechos y libertades. Recientemente, el Congreso de Querétaro aprobó por unanimidad una serie de reformas legales a las que se conoce popularmente como Ley Kuri por tratarse de una propuesta de su gobernador, que busca precisamente la protección de niñas, niños y adolescentes en los denominados espacios virtuales, estableciendo que las plataformas digitales no deben permitir el uso a personas menores de 14 años, y en el caso de 14 a 18 años se deberá contar con el consentimiento expreso del padre, madre o tutor, además de restringir el uso de dispositivos móviles en escuelas durante el horario de clases, salvo cuando se trate de fines pedagógicos o para emergencias, crear protocolos y capacitar al personal docente, lo que ya fue presentado también en el Senado dado que los alcances a nivel estatal son limitados.
Se puede debatir si este es el mejor camino para generar condiciones de seguridad y disminuir los riesgos en la navegación de las personas y en particular de las menores de edad, habrá que evaluar en su momento la implementación y resultados, pero está claro que permanecer impasibles sin hacer nada ante la nueva realidad que imponen los avances tecnológicos y espacios virtuales no es opción.
