Con la 4T menos pobreza, más desigualdad

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Rubén Martín

La reducción significativa de la pobreza (tanto multidimensional como extrema) pasará a la historia como uno de los principales logros de los gobiernos de la Cuarta Transformación. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) presentó el pasado 13 de agosto los datos de medición bianual de la pobreza, que antes realizaba el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) con el hallazgo principal de que la pobreza se redujo sustancialmente entre 2022 y 2024.

De acuerdo con el Inegi entre 2022 y 2024, la población en situación de pobreza multidimensional pasó de 46.8 a 38.5 millones: la disminución fue de 8.3 millones de personas, en tanto la población en situación de pobreza extrema se redujo de 9.1 a 7.0 millones, una reducción menor, pero reducción al fin.

De acuerdo con la metodología del Inegi, elaborada antes por Coneval, la pobreza multidimensional incluye a quienes presentan carencia en al menos uno de los seis indicadores: 1) rezago educativo, 2) acceso a los servicios de salud, 3) acceso a la seguridad social, 4) calidad y espacios de la vivienda, 5) servicios básicos en la vivienda y 6) acceso a la alimentación nutritiva y de calidad y tienen un ingreso inferior a las líneas de pobreza. La población en situación de pobreza extrema, en tanto, considera a quienes presentan tres carencias o más y tienen un ingreso inferior a las líneas de pobreza extrema por ingresos, equivalentes al valor monetario mensual de la canasta alimentaria, por persona.

Sacar a 8.3 millones de personas de la pobreza multidimensional y a 2.1 millones de habitantes de la pobreza extrema es sin duda un logro que debe ser reconocido. Por supuesto que el oficialismo y su partido, Morena, celebrarán y presumirán ese resultado. Sin embargo el mismo análisis del Inegi, cuya fuente central de datos es la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), también revela graves carencias en derechos sociales básicos para una parte importante de la población. Entre 2022 y 2024 aumentaron en cuatro millones el número de personas vulnerables por carencias sociales: pasaron de 37.9 en 2022 a 41.9 millones en 2024.

Según lo anterior, 18.6 por ciento tiene carencias por rezago educativo (que son 24.2 millones, de personas); 34.2 por ciento tiene carencias por acceso a los servicios de salud (43 millones); 48.2 por ciento cuenta con carencias por acceso a la seguridad social (60.7 millones); 7.9 por ciento con carencias por calidad y acceso a la vivienda (10 millones); 14.1 por ciento con carencias por a los servicios básicos en la vivienda (18.4 millones); y 14.4 por ciento con carencias por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad (18.8 millones).

Son datos relevantes y muy significativos, y aunque todos son importantes destacan que más de 60 millones de mexicanos (casi la mitad de la población) no tiene acceso a la seguridad social y que 19 millones de personas no tienen acceso a alimentación nutritiva y de calidad.

Pero asociado a estos datos, resalta otro muy preocupante: a la par que ha disminuido la pobreza, al mismo tiempo persiste la desigualdad estructural en México. Los datos de la ENIGH indican que los ingresos del uno por ciento más rico de México son 44 veces mayores que el promedio nacional y 442 veces superiores a los ingresos del decil I, es decir, la población más pobre, según encontraron en el estudio “¿Derechos o privilegios? Una mirada a la ENIGH 2024 desde las desigualdades”, presentado por Oxfam México y el Instituto de Estudios sobre la Desigualdad (Indesig) presentado el 20 de agosto.

En ese estudio, Oxfam e Indesig, señalaron que “los hogares del 10 por ciento más pobre apenas perciben al mes dos mil 168 pesos por persona [ocho mil 672 por hogar], en contraste, los hogares del 10 por ciento más rico obtienen 140 mil 998 pesos mensuales por persona [563 mil 992 por hogar]”.

En este estudio de Oxfam México e Indesig revelan que “los ingresos del uno por ciento más rico perciben 958 mil 777 pesos mensuales por persona, es decir, un ingreso 44 veces mayor que el promedio nacional y 442 veces superior a los ingresos del decil I. De tal forma, los hogares más pobres obtienen el dos por ciento de los ingresos totales del país, mientras que el uno por ciento se queda con el 35 por ciento”. En este trabajo se reconoce que la política salarial de los gobiernos de la 4T y los programas sociales contribuyeron significativamente a la reducción de la pobreza, pero de otro lado continúan políticas que niegan el acceso a derechos sociales básicos, como vivienda, alimentación sana y seguridad social que reproducen la desigualdad estructural que ha estado a lo largo del capitalismo mexicano.