La delirante carrera política de Fernández Noroña

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Antonio Valerio

Lo ocurrido el pasado miércoles en el Senado de la República, entre  el presidente del recinto, el morenista Gerardo Fernández Noroña y su contraparte del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, desnuda la triste realidad de violencia que vive el país.

Haber llegado a los golpes es la muestra de una nación polarizada desde el régimen pasado que se encargó de enfrentar y dividir a los mexicanos entre buenos y malos, ricos y pobres, fifís y no fifís, aspiracionistas y conformistas y hasta honestos contra ladrones y corruptos.

Es la resultante de una semilla que se sembró con odio, con sed de venganza, ajustes de cuentas, cobros de facturas y revanchismos que han venido arrasando parejo: Desde políticos opositores, medios de comunicación, periodistas, organismos empresariales y autónomos y hasta antiguos aliados.

El miércoles 27 de agosto el encono político llegó al desbordamiento, porque Gerardo Fernández Noroña, el presidente del Senado quien llegó al cargo en una especie de premio de consolación de la 4T, dio una muestra más de su prepotencia, falta de tolerancia, irracionalidad y odio hacia quienes en su derecho político y democrático disienten del sistema.

En la sesión que pondría fin al periodo de la Comisión Permanente había acordado, porque para eso se legisla -bajo acuerdos Parlamentarios- que daría la palabra a sus adversarios políticos como a “Alito” el líder nacional del PRI. Pero no lo hizo, simplemente lo ignoró.

Pero sí se dio tiempo para acallar a gritos a la senadora panista Lilly Téllez, quien le echó en cara al morenista Adán Augusto López Hernández sus presuntos nexos con el grupo criminal de la “Barredora” y a Noroña, su enriquecimiento ilícito y como testimonio le recordó la mansión de 12 millones de pesos que ostenta en Tepoztlán Morelos, además de que lo calificó de farsante, delincuente con fuero, y un vividor profesional.

El presidente Nacional del PRI Alejandro Moreno Cárdenas esperaba turno para hacer uso de la palabra y la pidió, pero Fernández Noroña para evitar más acusaciones en su contra, dio por terminada la sesión y eso encendió los ánimos al extremo y fue el detonante de la trifulca que volvió a mostrar al mundo al México bronco. 

Cierre de un año polémico


Así terminó Gerardo Fernández Noroña su atropellada gestión como titular del Senado de la República. Un recinto que nunca debió quedar en las manos de un político altanero, belicoso, violento, bravucón, mentiroso, pendenciero, de lengua afilada, indiscreto, amenazador y arrogante.

Un político que a lo largo de su carrera ha coleccionado muchos escándalos y pleitos por sus insultos a ciudadanos, funcionarios, cónsules, diplomáticos, periodistas y hasta a sus propios compañeros de partido con un lenguaje grosero, contestatario y mordaz.

Ese es el retrato del delirante Gerardo Fernández Noroña, quien desafió a su propio partido e incumplió el mandamiento de austeridad de la autodenominada “Cuarta Transformación”. Es el político morenista que ya hasta varios de sus compañeros le guardan una “Sana Distancia”, porque él mismo ha dicho que de cara al 2027: “La oposición fuerte, espero que para eso falte mucho y tarde mucho en suceder, va a salir de nuestro movimiento”.

Ello alimenta la idea de una ruptura interna de Morena ¿Se debe entender esto como un adelanto, una sentencia o una amenaza para la propia 4T de cara al 2027, y a él se le debe ver como el arquitecto de la debacle morenista?