Jorge Monroy y Amado Azueta.
Asistentes de la movilización que llegaron hasta la Plaza de la Constitución denunciaron las violencia con la que los agentes de seguridad que resguardaban la zona los atacaban
“Ya dejen de perseguir a la gente, ya dejen de perseguir a la gente”, se escuchó la orden por la radio de los policías que resguardaban la calle 5 de Mayo.
Era la voz del mando superior de la policía de la Ciudad de México, que ordenaba a sus subalternos detener los golpes y gritos contra manifestantes y transeúntes del Centro Histórico de la capital.
El llamado fue luego de que en redes se difundieron decenas de videos de cómo los oficiales habían perdido el control y agredían a todo el que cruzara por su paso.
El inicio del desorden policial
Desde las 3:30 de la tarde, cientos de elementos liberaron el Zócalo y todas las calles circundantes: 5 de Mayo, 20 de Noviembre, Madero, 16 d Septiembre y Pino Suárez.
Fue a base de golpes, empujones, patadas, insultos y lanzando todo objeto que encontraban en su camino contra los manifestantes, además de robar equipo fotográfico a periodistas y lesionar a transeúntes que intentaban captar el momento en sus celulares, que la policía de la Ciudad de México retomó el control de la Plaza de la Constitución, la cual durante más de tres horas había sido tomada por miles de manifestantes que protestaban contra la violencia en México.
Previo al violento desalojo, los mandos policiacos habían llegado a un acuerdo con las personas identificadas con el bloque negro para retirarse.
Los manifestantes vestidos de negro, que durante dos horas de golpes y martillazos lograron doblar la valla metálica de más de tres metros de altura que protegía Palacio Nacional y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se retiraron y dejaron únicamente a los manifestantes identificados con la «Generación Z» y con el «Movimiento del Sombrero», quienes protestaban por la muerte de Carlos Manzo.
Los manifestantes permanecían en el Zócalo, pese al gas lacrimógeno que fue esparcido en varias ocasiones, lanzaban consignas, y algunos que se sentían con suerte seguían lanzando objetos a los policías.
Sin embargo, a las 4:00 de la tarde recibieron la orden de empezar a desalojar el Zócalo, pero al hacerlo fue cuando perdieron el control.
Agarraron parejo
Como nunca antes se había registrado en alguna manifestación pública en la Ciudad de México, los oficiales empezaron a empujar a la gente afuera del Zócalo.
“Vayan a grabar su pinche video allá”, gritaba un policía a transeúntes y periodistas que documentaban los atropellos.
Quien se oponía y reclamaba a los oficiales era agredido, empujado, y si lo llegaban a grabar les quitaban los teléfonos. Ya no se los regresaban, los aventaban o bien los tiraban al piso y empezaban a golpearlos.
Es el caso de un joven, quien por razones de seguridad omite su nombre. Cuenta que vio cómo le quitaban un megáfono a una chica y aventaron a su mamá. El joven trató de defenderlas y terminó en el piso con ocho policías pateándolo.
“Yo estaba grabando, lo hacía desde lejos y vi cuando a una chica le quitaron el micrófono y los policías la atacaron. La madre intentó ayudarla y como a la madre la empujaron, yo me metí para quitarle a los policías el megáfono. En cuanto los policías vieron que yo les quité el megáfono, me golpearon, me tiraron al piso y entre ocho me patearon”, platicó este joven en entrevista, mientras se limpiaba la sangre que escurría de su cabeza y su ojo hinchado.
Otro adulto mayor relata cómo vio que otros jóvenes fueron agredidos sólo por observar la manifestación.
“Los jóvenes estaban sentados platicando y llegaron los granaderos y los patearon y golpearon, 20 contra ellos”.
Un vendedor de aguas embotelladas los policías le quitaron todos sus productos y no se los pagaron. El joven intentó convencer al jefe de ese grupo para que les pagaran, pero lo regresaron con el resto de la gente.
En el mismo tono golpearon a dos fotoperiodistas, uno de ellos de un periódico afín al régimen le robaron todo su equipo fotográfico.
Las historias se contaron una tras otra, por lo menos una decena de personas sentadas en la calle buscaban de tener la sangre que escurría de la cabeza, otros buscaban sus maletas o sus teléfonos.
Algunos de los jóvenes fueron detenidos y llevados hasta la calle de moneda donde ya no se pudo identificar Si fueron trasladados algún ministerio público o se quedaron en la zona.
Los policías no escuchaban razones y seguían empujando a la gente fuera de la Plaza de la Constitución.
Algunos jóvenes también fueron golpeados solamente por grabar cómo golpeaban a otras personas.
Pese a la violencia policiaca, otras decenas de manifestantes no bajaron la guardia y continuaron con sus manifestaciones.
“¡México, México! ¡Viva Manzo!”, “ustedes lo mataron”, lanzaban las consignas los manifestantes.
Hasta las 6:00 de la tarde los manifestantes continuaban en algunas calles confrontando a los policías solamente con gritos y denuncias.
Los policías solo permanecieron cerrando las calles para que nadie más se volviera a acercar a Palacio Nacional por ninguna vía.
Latinus
