LUIS SOTO.
Ha sido larga la historia nacional de movimientos políticos y sociales de chile, de dulce y de manteca, algunos de ellos primero espontáneos y luego utilizados por los vivos de siempre: Los políticos.
En la tarde del 10 de junio de 1971, Jueves de Corpus, aparecieron “Los Halcones” en la ciudad de México cuando era gobernada por Alfonso Martínez Domínguez, regente o jefe del Departamento del Distrito Federal, y el país vivía el segundo año del sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez.
Ese día, una marcha estudiantil del Instituto Politécnico Nacional avanzaba por la avenida Ribera de San Cosme hacia el Zócalo, y cientos de jóvenes surgieron “de la nada” para atacarla.
Los agresores vestían camisetas, pantalones vaqueros y tenis.
Unos portaban fusiles M-1, otras varas de kendo y gases lacrimógenos.
Eran “Los Halcones”, individuos con entrenamiento militar —800 aproximadamente— que cobraban sueldo en la regencia capitalina.
La tarde del ataque a los estudiantes, los agresores llegaron trasportados en camiones sin placas que se estacionaron en las inmediaciones del lugar.
A una orden, bajaron de los vehículos y corrieron hasta la zona de la marcha, mientras el cuerpo de granaderos de la ciudad apoyaba su acción abriéndoles paso y rodeando a los jóvenes manifestantes para inmovilizarlos.
El saldo fue de decenas de muertos y heridos, según los archivos de la Cruz Roja, así como del Hospital Rubén Leñero, y de acuerdo con reportes de periodistas, transeúntes y vecinos del lugar que atestiguaron los acontecimientos.
Más de 40 años después, en la mañana del sábado 1 de diciembre de 2012, cientos de vándalos enmascarados se apostaron en varios sitios del Centro Histórico de la ciudad de México y en los alrededores de la Cámara de Diputados en San Lázaro —donde Enrique Peña Nieto rendiría protesta como presidente de la República—, “indignados” por lo que llamaron “imposición” del nuevo mandatario federal.
En esa ocasión no hubo muertos como en 1971, aunque sí heridos, y el saldo de las violentas acciones se redujo a bienes materiales: daños al mobiliario urbano, destrucción de negocios privados y saqueo de mercancías.
El ataque masivo de los anónimos indignados —“anarco-punks”— duró más de dos horas, mientras dos agrupaciones: la Policía Federal en San Lázaro y la policía de la ciudad de México en la Avenida Juárez y en Paseo de la Reforma, se limitaron a “resistir” sin hacer una sola detención durante ese prolongado lapso.
Sin embargo, ese “movimiento” fue el preludio de la llegad de López Obrador a la Presidencia de la República.
El 15 de noviembre volvió al ataque el “bloque negro” durante la marcha de la llamada “Generación Z”, que protestó contra el gobierno de la 4T por su incapacidad para combatir al narcotráfico, la delincuencia, la corrupción, la extorsión, la falta de medicamentos… el saldo fue el mismo: daños al mobiliario urbano, destrucción de negocios privados, saqueo de mercancías y cientos de heridos, incluyendo policías.
En esta ocasión, todas las señales apuntan a que la “Generación Z” crecerá, crecerá y crecerá… pero al margen de los auténticos jóvenes que, en el mejor de los casos, se convertirán en mudos testigos de una fuerza social que desencadenaron y que no podrán controlar, y en el peor de los escenarios serán carne de mitin al servicio de partidos, organizaciones y movimientos que conocen a fondo las estrategias de movilización de masas, de “tomar la calle”, de marchar con los puños en alto, y que tienen probada experiencia en las tácticas que comienzan con la violencia verbal y terminan sacando a relucir todo tipo de artefactos que causan daño a quienes se les pongan enfrente.
Sin establecer comparaciones que no caben entre el “halconazo” de 1971, el vandalismo de 2012 y el del 15 de noviembre de 2025, y guardando todas las proporciones, los observadores políticos se preguntan: ¿Este último movimiento será el preludio de la llegada de la “ultraderecha” al poder o de la “invasión” cada vez más cercana de Estados Unidos?
El Independiente MX
