Fernando Díaz Naranjo
Ante la anunciada reforma en materia electoral y las diversas temáticas que se han planteado y otras que han surgido con el transcurrir de los días, hay una reflexión que me parece importante hacer en torno al papel que juegan los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) y algunas voces que han referido la conveniencia de desaparecerlos para que el Instituto Nacional Electoral (INE), asuma las tareas de estos organismos.
El principal argumento que se ha vertido al respecto está relacionado con la potestad que el Legislativo le otorgó al INE con la reforma electoral de 2014 para hacerse cargo no solo de las elecciones federales, sino en coordinación con los OPLE de las elecciones locales. Esto se ha traducido en que el INE se ha convertido en una instancia rectora de las elecciones, es decir, quien plantea ciertas directrices y criterios para que los OPLE las lleven a cabo.
Además, dicha reforma le otorgó al INE una serie de facultades que antes eran exclusivas de los OPLE entre las que enuncio algunas como: la fiscalización de los recursos públicos de personas precandidatas, candidatas y candidatos y partidos políticos locales; la conformación del marco geográfico local; la determinación, en última instancia, de la ubicación de las casillas electorales, entre muchas más.
El resultado, sin embargo, ha sido el de una coordinación entre el INE y los OPLE para llevar a buen puerto los procesos electorales federales y locales sin que en realidad, se pueda considerar que los OPLE están subordinados al INE. Más bien, el vínculo colaborativo entre lo federal y lo local ha servido de engrane para mejores resultados.
Ahora bien, las voces que insisten en la desaparición de los OPLE parecería que desconocen a profundidad que dichas instituciones, en varias entidades federativas no solo se hacen cargo de los procesos electorales locales que, dicho sea de paso, guardan características distintas por cada región, usos y costumbre diferentes, entre otros, en comparación con una elección federal. También, llevan a cabo ejercicios de participación ciudadana que a nivel federal no se realizan tales como: el presupuesto participativo, en donde la ciudadanía puede escoger, entre varias propuestas planteadas por sus vecinos de obra o servicios públicos, la que considere más adecuada para su comunidad; la elección de las instancias de representación ciudadana, así como diversos ejercicios de democracia directa.
Asimismo, los OPLE son las instancias que tienen el contacto directo con las autoridades locales que son indispensables para el óptimo desarrollo de las elecciones y ejercicios de participación ciudadana.
Son los OPLE las instancias que le han apostado a la tecnología y han desarrollado proyectos innovadores mucho antes que el propio INE. Van tan solo dos ejemplos: a) el uso de la urna electrónica comenzó en Coahuila en 2005, luego en Jalisco y la Ciudad de México en 2009 y, desde entonces más de 20 entidades federativas las han utilizado para múltiples ejercicios cívicos en escuelas, con autoridades para la determinación de políticas públicas hasta su uso de manera vinculante en elecciones constitucionales y ejercicios de participación ciudadana, y b) el uso del voto por internet, mismo que fue utilizado por primera vez por el OPLE de la Ciudad de México en 2012 para que las y los mexicanos residentes en el extranjero, de esta urbe, pudieran votar a través de este mecanismo, por la persona candidata de su preferencia para la jefatura de Gobierno de esta Ciudad Capital.
Muchos argumentos más podríamos señalar en favor de los OPLE por lo que, al final, el Legislativo deberá analizar de forma clara la permanencia o no de estas importantes instancias para nuestra vida democrática.