Flor María Yáñez Álvarez
Es positivo que el salario mínimo haya aumentado significativamente en los últimos años, que se tenga dinero “extra” por los programas sociales y que la inflación general anual en México de este julio sea de 3.5 por ciento respecto a 5.6 por ciento del año anterior.
Parecieran motivos para aplaudirle a Sheinbaum y celebrar en grande, pero más que un logro, es un espejismo. La realidad es que, en estos tiempos de la 4T, cuesta mucho comer y vivir.
El 11 de agosto, el Inegi publicó un boletín con los indicadores de Línea de Pobreza (LP) actualizados por ingresos en la canasta alimentaria y no alimentaria. El documento muestra que la LP Extrema por ingresos (canasta alimentaria) tuvo un aumento anual de 4.3 por ciento en zonas urbanas y 2.9 por ciento en zonas rurales. Es decir, el costo de la canasta básica subió más que la inflación promedio.
A pesar del incremento “transcendental” al salario mínimo, las familias podrían tener dificultades para cubrir sus necesidades básicas. Los productos que más aumentaron fueron los alimentos y bebidas consumidas fuera del hogar, el bistec de res y la leche. Comer tacos es lujo y salir de casa para gozar del derecho humano a la recreación -en un restaurante, por ejemplo- paulatinamente se convierte en una utopía, sobre todo para aquellas personas de bajos ingresos.
El discurso “oficial” se centra en resaltar los datos favorables para proyectar la imagen de bienestar y prosperidad, base de la legitimación del proyecto de Morena. Esto no es más que una forma de discurso populista para desviar la atención de los desafíos reales que atraviesa México y enfrentar los problemas del poder adquisitivo del salario. La 4Tsí transforma, pero el oro en plomo. Su alquimia medioeval no ha podido hacer lo contrario.
Recuerdo platicar con una médica sobre su proyecto de cultivar larvas para sustituir el consumo de carne de res. Pareciera distópico en este momento, pero quizá en el futuro, se convierta en una opción alimentaria si la carne llegara a ser incosteable. La comida prehispánica tenía como base de alimentación insectos altamente valorados por su alto contenido de proteínas y otros nutrientes. Era un platillo de lujo, entonces, no es una mala idea. Sólo falta que Sheinbaum se “piratee” la idea e introduzca los “Chapulines justicia” y lo presuma como nuevo alimento que nos hará “más pueblo”.
Esté a favor o en contra del actual régimen, la vida sí se ha encarecido. Los indicadores económicos no pueden sostener esta realidad. Las necesidades básicas se vuelven lujos y, aun así, el gobierno capitaliza la crisis bajo un discurso populista. Lea las letras en Arial 4 abajo del contrato y analice su voto para las próximas elecciones.