Rubén Cortés
El oprobio verbal de López Obrador se regresó como escupitajo al cielo. Su mujer vive en Madrid, donde él dice que vive “la derecha: Peña, Calderón, Salinas”. Y mandó a su hijo a estudiar al extranjero, donde él dice que los mafiosos mandan a estudiar a sus hijos.
Al expresidente, que hizo de los refranes un recurso eficaz para parecerse “al pueblo”, le va el de “primero cae un hablador que un cojo”. Porque hay más: decía que “la ropa de marca es lujo barato, una fantochada”. Y resultó que su hijo Andrés Manuel viste de Prada.
La palabra de López Obrador quedó sin peso moral con la vida de su familia en un barrio de millonarios en Madrid, donde es imposible que su esposa pague con su salario de académica. ¿Quién pompó?, le decía él a quienes llevaban un tren de vida lujoso.
Y en Madrid estudiará su hijo menor. “Mandan a sus hijos a estudiar al extranjero; son como El Padrino a su hijo. Pero son esos que estudian en el extranjero quienes más daño hacen al país, que supuestamente tienen más conocimiento”, dijo López Obrador.
Y como millonaria vive en Madrid su esposa, autora de la carta que López Obrador envió a España para que pidiera perdón por las atrocidades de la Conquista, y que provocó que López Obrador pusiera en impasse las relaciones bilaterales.
Que su esposa viva en Madrid, como ciudadana española, es un golpe moral durísimo para López Obrador, quien dijo: “Madrid es la capital hispana de la derecha, allí viven Peña, Calderón y Salinas. Hasta pidieron la nacionalidad”. Sí: igualito que su esposa.
Otro testarazo moral es la vida de su hijo Andrés Manuel López Beltrán, su heredero político, conocido por su afición a la ropa de marca: están sus fotos con tenis Luis Vuitton, y sus compras en la tienda de Prada en Tokio, Japón.
“Si se crían con un estilo de vida donde lo que vale es el lujo barato, ropa de marca, alhajas, y la Cheyenne apá, pues como no van a caer en la tentación”, dijo López Obrador sobre los aficionados a la moda.
Es el fin de una fantochada.