Pablo Andrade Martínez
En México, la desaparición de personas no es únicamente un problema estadístico ni un expediente olvidado en alguna oficina. Es una herida abierta que atraviesa la vida del país entero. Cada número en los registros oficiales corresponde a un rostro, a una ausencia irreparable.
Hoy sabemos que más de 127 mil personas se encuentran desaparecidas o no localizadas. El 98% de estos casos ocurrieron en los últimos veinte años, tras la declaración de la llamada “guerra contra el narcotráfico”. No es menor decir que Naciones Unidas ha calificado esta situación como “una tragedia humana de enormes proporciones”. Lo más grave es que la impunidad sigue siendo la regla: apenas entre 2 y 6% de los casos llega a tribunales y, hasta 2022, solo se habían dictado 36 sentencias en todo el país.
En este contexto, el Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México acaba de publicar un dossier imprescindible: Experiencias frente a la desaparición y el desplazamiento provocados por la violencia en México. Cinco investigaciones cualitativas que, desde distintos enfoques, se adentran en el duelo suspendido, la búsqueda incesante, las prácticas de cuidado y las resistencias cotidianas que emergen en medio del horror.
Uno de los artículos retrata a mujeres en Guanajuato que, sin proponérselo, se convierten en buscadoras: madres que excavan con sus propias manos para encontrar a sus hijos. Otro estudia el desplazamiento forzado y cómo las mujeres, obligadas a dejarlo todo atrás, inventan nuevas formas de apoyo mutuo en tierras desconocidas. También se aborda la Brigada Nacional de Búsqueda, donde cientos de familias transforman su dolor en acción colectiva, y se analiza la violencia dirigida contra los jóvenes, principales víctimas de desaparición en muchas regiones.
Lo que hace poderoso a este dossier no son solo los datos, sino las voces. Voces que cargan el dolor, pero también una obstinación conmovedora: la de no rendirse, la de seguir buscando incluso cuando las instituciones les han fallado. Frente a la frialdad de las estadísticas, estas páginas devuelven humanidad y dignidad.
Leer este dossier es un ejercicio de memoria y de conciencia. Nos recuerda que la desaparición y el desplazamiento no son tragedias aisladas, sino violencias sistémicas que fracturan territorios, proyectos de vida y tejidos comunitarios. Nos obliga a ver que, detrás de cada nombre en los registros, hay una madre, un padre, unos hijos que siguen caminando, sosteniendo con su búsqueda la dignidad que el Estado les ha negado.
Estamos lejos de cerrar esta herida. Mientras no haya verdad, justicia y reparación, las desapariciones seguirán marcando la vida pública del país como una cicatriz imposible de ignorar.
Coordinador de la Causa de Construcción de Paz en Nosotrxs por la Democracia A.C.