Elizabeth González-Manrique
Ante la entrega del Paquete Económico 2026, la deuda pública es uno de los temas que cobra relevancia en la agenda nacional.
En los últimos años, los niveles de deuda, así como el saldo histórico, se han incrementado, y a pesar del compromiso por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum de disminuirlos, la vía planteada para hacerlo es, principalmente, con recortes al gasto público.
No obstante, mientras el endeudamiento sigue en aumento y se disminuyen gastos, algunos rubros implicados de manera directa en la vida de los ciudadanos, se verán afectados, pues habrá menos recursos para hospitales, una inversión más baja en escuelas o menos oportunidades para impulsar la economía desde la infraestructura.
Adicionalmente, la capacidad de pago de la deuda en México se ha deteriorado de forma acelerada en la última década.
Gasto público elevado amenaza inversión
La deuda pública ha presentado un crecimiento sostenido durante los últimos 10 años, lo que ha superado el gasto destinado a inversión física, salud y educación.
Por otra parte, la capacidad de pago podría verse comprometida si los ingresos no crecen al mismo ritmo que el gasto.
En 2018, la deuda equivalía a 10.1 por ciento de los ingresos presupuestarios; para 2024, esta cifra se disparó a 25.9 por ciento, lo que implica que una cuarta parte de los ingresos de los ciudadanos se destina, de manera exclusiva, al pago de esta.
Regularmente, el nivel de deuda se mide mediante los Requerimientos Financieros del Sector Público, endeudamiento, y el Saldo Histórico de los RFSP, saldo de la deuda, con respecto al Producto Interno Bruto (PIB).
Sin embargo, de acuerdo con el documento “Medición y evolución de la deuda pública: una visión más allá del PIB”, de la organización Ethos Innovación en Políticas Públicas, estos indicadores ofrecen una visión parcial, pues no consideran aspectos clave como la capacidad real del país para pagar sus obligaciones ni su impacto en la inversión o en áreas clave para el desarrollo como la salud o educación.
En este estudio se destaca que en 2024 el endeudamiento ascendió a 5.7 por ciento del PIB (1.9 billones de pesos) y que el saldo de la deuda era equivalente a 51.4 por ciento del PIB (17.4 billones de pesos).
Dalia Toledo, directora de Finanzas Públicas de Ethos Innovación en Políticas Públicas, menciona que aunque, en comparación con el panorama internacional, el escenario de México no luce catastrófico, el saldo de la deuda pública de México como proporción del PIB se ubica por encima del promedio (43.8 por ciento), además de que existen países con niveles mucho más elevados como Japón, Italia y Francia, cuya deuda supera el 100 por ciento del PIB.
La visión más tradicional de la deuda es medirla como un porcentaje del PIB, por ello cuando vemos la deuda, así como los requerimientos financieros del sector público y el saldo histórico como porcentaje del PIB, y comparamos ambos indicadores con otras economías, pues creemos que no estamos tan mal. México está por encima de otros países de la OCDE; por ejemplo, en términos generales promedio, la deuda en los países de la Organización representa el 43.8 por ciento del PIB y la de México está en 51.4.
Y si te vas a comparar con otras naciones de América Latina, la deuda asciende, en promedio, al 45.7 por ciento, e incluso hay países que están aún peor que México, como Argentina, cuya deuda es equivalente a 85 por ciento del PIB. Si vamos a otros países de la OCDE, por ejemplo, Japón, su deuda es de 134 por ciento de su PIB”, explica Toledo.
No obstante, al mirar los niveles de endeudamiento en función de la capacidad de pago (deuda como proporción de los ingresos presupuestarios), esta visión optimista se desvanece.
“Pero, nosotros argumentamos que la deuda no es un problema si lo ves de ese modo, la deuda no es un componente crítico en comparación con otros países, pues claramente también existe en otros países incluso de la OCDE o de América Latina, que tienen una deuda más pequeña que México si la ves en función del PIB.
“Lo que nosotros decimos es que hay que verlo de otra forma y que uno de estos indicadores más importantes es la capacidad de pago que tiene México ante esa deuda. Entonces nosotros exponemos que la capacidad de pago está medida en función de qué porcentaje representa esa deuda de tus ingresos”, menciona.
Ethos explica que la regla de oro de las finanzas públicas, la cual sostiene que la inversión física debe ser igual o mayor que el endeudamiento para un año, no se ha cumplido, pues, en promedio, de 2016 a 2024, el endeudamiento ha sido 1.4 veces más grande que la inversión física, y para 2024 fue casi el doble.
Diversos documentos y estudios mencionan que existe una relación positiva entre la inversión pública y el crecimiento económico, pues el gasto en infraestructura pública permite la provisión de servicios públicos que impactan de forma positiva la calidad de vida de la población e impulsan el crecimiento.
Endeudamiento 2026 supera cifras de 2025 y preocupa sostenibilidad del gasto
Los Criterios Generales de Política Económica del Paquete Económico 2026, proyectan un ligero incremento del endeudamiento para 2026 respecto de lo aprobado en 2025. El endeudamiento propuestal es de 4.1 por ciento del PIB, 0.2 puntos porcentuales por encima de la cifra con la que se aprobó para 2025 (3.9 por ciento).
Así, se estima que la deuda pública se ubicará en 52.3 por ciento del PIB, cifra más alta que la aprobada el año anterior (51.4 por ciento) y con la que espera cerrar el 2025, llegando a su nivel máximo histórico.
Al respecto, Toledo menciona que aunque este ligero incremento significa que la administración federal busca contener el nivel de deuda, deberán implementarse medidas más amplias, como una reforma fiscal, que mejore la recaudación.
“Los criterios generales plantean un pequeño incremento en el endeudamiento, lo que muestra un interés de esta administración por contener este nivel de endeudamiento, sin embargo, el hecho de que haya incrementado, aunque ligeramente este año, nos muestra que con el nivel de gasto que estamos teniendo, nos confirma que con el nivel de gasto que tenemos, en el que hemos alcanzado máximos históricos, necesitamos más que esas disminuciones graduales.
“No hay una fuente de ingresos que me permita sostener ese nivel de gasto ahorita, porque ya le ‘rascamos’ de todos los lugares en donde puede haber un crecimiento. Entonces, si nosotros no pensamos en una reforma fiscal, el nivel de endeudamiento no va a bajar de manera significativa”, concluye.